sábado, 23 de enero de 2010

Espejito espejito

“Aunque lo Esencial es invisible a los ojos del cuerpo, no lo es al corazón.” Adagio popular.

Me miro al espejo y descubro que me detesto por mí apariencia, sintiendo miedo, rabia y odio al “saber” que me van a criticar.................. y de repente, me doy cuenta de que si no me acepto tal y como me percibo ahora, con mi cuerpo, con mi apariencia, con mi rabia y con todo lo que soy, estaría detestando y descartando a quien también se saliera de mis patrones ideales de belleza y de comportamiento. Quiero que no me critiquen y soy yo quien ya se está criticando y odiando, quiero que me acepten y sin darme cuenta estoy juzgando y rechazando a los demás.

Luchar contra el cuerpo, contra la apariencia, contra los juicios, contra la rabia, sólo aumenta la ansiedad.

Cuando me rechazo por una arruga, sin darme cuenta estoy rechazando a todo aquel que tenga una. Si no me acepto a mí mismo ¿cómo voy a poder aceptar a los demás? o al contrario, si no acepto a los demás ¿cómo voy a poder aceptarme a mí mismo? A veces no me doy cuenta de que YA soy absolutamente hermoso al dejar de verme y sentirme por estar comparándome con modelos e imágenes ideales que impiden ir al Corazón, manantial de donde brota la verdadera belleza, amor desde donde se contempla sin comparar y sin juzgar. Y no sólo pasa con migo, a veces me he sorprendido escuchando a un amigo absolutamente inocente y hermoso diciendo que es malo, feo o defectuoso, dándome cuenta de como sus juicios le impiden reconocer y entrar en contacto con todo su potencial, de como al estar identificados con imágenes mentales distorsionadas nos culpamos, limitamos y estancamos. Gracias a estos amigos he ido entendiendo que somos mucho más que una arruga, un barrito o unos kilos de menos o de más, gracias a ellos gradualmente he ido logrando soltar temores que marchitan al comprender que le estaba dando demasiada importancia a algo insignificante.

Definitivamente somos mucho más que una imagen mental, mucho más que una forma, y cuando suelto mis juicios, me permito ver más allá de lo superficial para descubrir lo que es realmente importante, para descubrir esa Esencia trascendente e inocente que YA somos y que nos hace verdaderamente hermosos, amables y amorosos más allá de lo aparente.

Dios, gracias por ayudarme a vernos a través de los ojos del amor y no del juicio, gracias por enseñarme a tratarnos con cariñito.

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